LOLA MONTALBAN
1968 Alhama de Murcia.
La obra de Lola Montalbán se caracteriza por el empleo de colores intensos y luminosos, que producen en el espectador una sensación de vitalidad y optimismo, pero se acompañan también de una delicadeza que aporta calma y que podría incluir la obra dentro del marco de la “poética del color”.
Tanto en su obra abstracta como en la que aparece la figuración, los colores se superponen en capas, y es en los límites entre unos y otros donde aparece la parte más significativa de la obra, pues es allí, donde el pincel se escapa al control consciente del artista, que la señal reflejada es especialmente fresca e ingenua.
En la obra expuesta en la Hospedería “Bajo el Cejo” se pueden ver dos partes bien diferenciadas: por una parte la obra de pequeño formato realizada en acrílico sobre papel y que se distribuye por el total de las 13 habitaciones, y otra que se encuentra en los distintos salones, realizada con la técnica de acrílico sobre tela y de mayor formato.
En todas ellas los campos de color se entremezclan unos con otros, recordando a veces el ritmo que percibimos en los estratos que forman la tierra, y en otros, atmósferas extensas de un solo color en las que nos podemos introducir y donde se percibe la búsqueda de ese equilibrio de fuerzas tan necesario en la naturaleza y en las personas, y que aquí se consigue con el juego de color (intenso-débil, claro-oscuro) y con las proporciones de los campos de color que se yuxtaponen.
En el ambiente luminoso de la hospedería, con sus paredes extensas de un blanco inmaculado, las obras de Lola Montalbán aparecen entonces como catalizadores del resto de colores de la estancia, que además han sido sabiamente elegidos para crear un ambiente muy armonioso, y que teniendo como contrapunto los cuadros, se complementen e incrementen recíprocamente su fuerza.
1968 Alhama de Murcia.
La obra de Lola Montalbán se caracteriza por el empleo de colores intensos y luminosos, que producen en el espectador una sensación de vitalidad y optimismo, pero se acompañan también de una delicadeza que aporta calma y que podría incluir la obra dentro del marco de la “poética del color”.
Tanto en su obra abstracta como en la que aparece la figuración, los colores se superponen en capas, y es en los límites entre unos y otros donde aparece la parte más significativa de la obra, pues es allí, donde el pincel se escapa al control consciente del artista, que la señal reflejada es especialmente fresca e ingenua.
En la obra expuesta en la Hospedería “Bajo el Cejo” se pueden ver dos partes bien diferenciadas: por una parte la obra de pequeño formato realizada en acrílico sobre papel y que se distribuye por el total de las 13 habitaciones, y otra que se encuentra en los distintos salones, realizada con la técnica de acrílico sobre tela y de mayor formato.
En todas ellas los campos de color se entremezclan unos con otros, recordando a veces el ritmo que percibimos en los estratos que forman la tierra, y en otros, atmósferas extensas de un solo color en las que nos podemos introducir y donde se percibe la búsqueda de ese equilibrio de fuerzas tan necesario en la naturaleza y en las personas, y que aquí se consigue con el juego de color (intenso-débil, claro-oscuro) y con las proporciones de los campos de color que se yuxtaponen.
En el ambiente luminoso de la hospedería, con sus paredes extensas de un blanco inmaculado, las obras de Lola Montalbán aparecen entonces como catalizadores del resto de colores de la estancia, que además han sido sabiamente elegidos para crear un ambiente muy armonioso, y que teniendo como contrapunto los cuadros, se complementen e incrementen recíprocamente su fuerza.